domingo, septiembre 23, 2012

¡Dios, qué buenos políticos con mejores ciudadanos!

                                            '¡Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!'
   
   Es lo que decían algunos burgaleses cuando el Cid volvía a su ciudad, tras el destierro sufrido por parte de su rey. 
   
   Don Rodrigo Díaz de Vivar, de acuerdo con lo que de él cuenta el libro del Mío Cid, era un ciudadano fuerte, leal, justo, prudente, templado y culto.
  
   Con semejante ciudadano es poco imaginable cómo alguien pudo desterrarlo del reino.

   ¿Pero son estos los ciudadanos que se encuentran hoy los políticos que deben gobernarlos?
  
   Porque política es el arte de tomar decisiones para la consecución de los objetivos conducentes a la organización del sistema social y los asuntos públicos.
  
   Y los ciudadanos votan a esos políticos para que lleven a cabo esas tareas.

   Luego deben votar bien porque de su voto depende el éxito de su aventura.
  
  Pero cómo puede un político llevar a cabo su misión si hay ciudadanos que se desentienden de la política.
   
  Aristóteles no estaría de acuerdo con ellos porque para él, 'el hombre es un animal politico'.
   
  Hoy contaba un periodista que, no hace mucho, le preguntó al señor Pujol, expresidente de la Generalitat, que si los políticos de antes eran mejor que los de ahora.
   
  Respondió, tras su clásico titubeo, que lo que era antes mejor era la sociedad.
  
  Estoy de acuerdo con Pujol, y también con De Gaulle cuando en un gesto de resignación exclamó:
  
  "¿Qué se puede hace hacer con unos ciudadanos capaces de degustar 500 variedades de queso?"
  
   ¿Qué se puede hacer, me pregunto ahora yo, con unos españoles que consideran trending topic una entrevista entre dos presentadoras de TVE que estaban peleadas?
   
  Leo en el diario El Mundo del pasado martes, 18 de septiembre:
  "La entrevista más esperada en TVE no era la de Pérez Rubalcaba, tampoco la de Mariano Rajoy. Era la de Anne Igarturu y Mariló Montero. Ambas presentadoras de la 1 han protagonizado una polémica la última semana a raíz de una dura entrevista de Montero a Igarturu."
  
  Ahí lo tienen ustedes.
  
  Y, sin salirme del pueblo donde vivo, mi pregunta es ¿Qué puede hacer mi alcalde con ciudadanos que se orinan a las puertas de las casas, ensucian con chicles los suelos, andan por el carril bici y los ciclistas circulan por las aceras, pintarrajean los monumentos, machacan el césped, no dejan dormir con la música de sus coches a tope...?
   
  Y luego se le pregunta al pueblo que puntúe a sus políticos y los colocan en el último lugar de la escala de valores.
   
  ¿Se ha parado ese pueblo sabio - eso dicen, pero habría que haber escuchado en la televisión el otro día a un griego indignado refiriéndose a España en Atenas y gritándole al periodista español: ¡La habéis cagado, españoles, votando en las últimas elecciones! - a pensar en qué lugar de la escala de valores se colocaría cada ciudadano?
   
  A lo mejor no, porque pensamos que con nosotros se comete una injusticia porque, como El Cid, somos leales, justos, prudentes, valientes, templados y cultos y, sin embargo, se nos ningunea.
   
  Por eso debo concluir con esta exclamación:
   
  ¡Dios, qué buenos políticos tendríamos si fuéramos todos mejores ciudadanos!
   
   
  
  

2 comentarios:

Riselo dijo...

Es muy fácil quejarse de los políticos a quienes, a veces,les exigimos cosas que nosotros no estamos dispuestos a hacer.

Riselo dijo...

Efectivamente. Tengo más quejas de mis conciudadanos que de los políticos. Ayer mismo alguien aparca el coche tapando la puerta del garage. Le aviso que si se puede apartar porque estoy por su culpa estacionado en un paso de peatones, ¿Y qué me dice el mozo? "¿Es que tienes prisa?"