Y la calle o las plazas o las puertas de las casas o los pies de una estatua no son los más apropiados para convertirlos en comedores.
Sobre todo si, además de saciar el hambre, abandonas en cualquier sitio los restos en forma de botellas, latas de bebidas, cajas de pizzas, bolsas de patatas y semejantes.
En mi etapa de scout, cuando íbamos de acampada, aprendimos a no dejar restos de nuestras comidas en el campo: o los llevábamos para casa o los enterrábamos.
Habría que inventarse un lema que dijera algo así: 'si no eres capaz de ser civilizado y depositar los restos de tus comidas en los lugares adecuados, come en tu casa'.
Hay personas que comen en cualquier sitio. Especialmente molestas son las que comen en el metro.
Pero ayer estuve en la pescadería y entró una señora mayor acompañada de su nieta veinteañera, según le dijo al pescadero, y una amiga de la nieta.
La buena mujer estuvo todo el tiempo de la espera a que le atendiera mordisqueando trozos de queso que llevaba en una bolsa, moviéndose de lado a lado del expositorio de pescado, hablando sobre el pescado expuesto mientras comía. Y las jóvenes bebiendo ambas coca cola y sacando pequeños dulces de una bolsa.
Una escena como para colgarla en You Tube.
¿Es ese el lugar más adecuado para comer: cuando vas a una tienda a comprar?
No me extraña que el ayuntamiento de Roma, harto de tanta porquería, haya prohibido comer en los monumentos históricos.
Transcribo del diario El País en crónica de Pablo Ordaz desde Roma:
A mi me parece muy bien la medida.
Y la crisis no debe valer para que cada cual haga lo que le venga en gana.
Si no eres capaz de ser educado y no tienes dinero para comer en un local, no viajes al extranjero, haz excursiones a los pueblos de al lado.
1 comentario:
Me temo que, tras más de treinta años de democracia en España, alguno se crea que democracia es hacer cada uno su santa voluntad, como si no existiera el prójimo.
Publicar un comentario