Hasta para ser un buen pobre, hay que ser listo.

                                         ¿Qué sucede cuando, además de pobre, eres tonto?
 
    Pues que te echan de la casa donde estabas de okupa.
    
    Pero no porque seas pobre, inmigrante, estés en el paro, no tengas donde caerte muerto y seas un paria de la sociedad.
    

    No. Por tonto.
    
    Y si no, ¿a santo de qué viene el que a unos okupas de unos rascacielos de Madrid - entre ellos, el maravilloso Edificio España, en su momento el edificio más alto de Europa - que estaban allí tan a gustito, sin pagar renta ni nada, con una terraza divina para otear el horizonte y disfrutar de las mejores vistas de Madrid, se les ocurra destruir las habitaciones, pintarrajear todo el edificio, romper los cristales de la ventanas e, incluso arrancarlas de sus marcos, y dejar aquello, finalmente, convertido en un estercolero?
   
   Eso ha sucedido en el mismo centro de la capital de España, Madrid.
   
   Porque en la emblemática Plaza de España, según leo hoy en el diario 20Minutos:
   
   "Tres edificios de oficinas de Plaza de España que estaban okupados desde hace más de dos años por inmigrantes subsaharianos y cuyas azoteas eran escenario de botellones y fiestas desde este verano, han sido desalojados este fin de semana y tapiados por iniciativa de sus propietarios".
   
   Seguro que, tontos de libro, si hubierais cuidado aquello, los propietarios os habrían dejado en paz porque, aparte de no necesitar estos locales para nada porque no saben qué hacer con ellos en tiempos de crisis, ya que nadie los va a alquilar, puede que siendo ricos, hasta tengan buen corazón y os habrían dejado vivir allí haciendo como que no se enteraban de vuestra presencia.
   
   Pero tener buen corazón no es ser tonto como vosotros.
   
   Que una cosa es que no les saquen rendimiento económico y otra, muy distinta, permitir que unos descerebrados, además de okuparlos sin su permiso, se los destrocen para los restos de la vida.