La primera vez que visité Londres me sorprendió una estatua en el puente sobre el Támesis junto al Parlamento.
Representaba a una dama desnuda montada sobre un caballo.
Pregunté a un amigo inglés y me contó esta hermosa historia que, es posible, fuera real.
Lady Godiva, condesa de Coventry por su matrimonio con Geofric, era una mujer muy religiosa y compasiva.
Fundó un monasterio en Coventry, y sentía como propios los sufrimientos de sus súbditos, maltratados por su marido con terribles impuestos.
Un día suplicó a su esposo que tuviera piedad de ellos.
Accedió el conde con la condición de que se paseara desnuda, a caballo, por la ciudad, sólo cubierta con su larga cabellera.
Así fue.
Con enorme respeto, sus súbditos se encerraron en sus casas, echaron las persianas y aguardaron el paso de su señora.
Sólo uno del pueblo, un satre llamado Tom, se atrevió a mirar por un agujero de la persiana y, sin saberse cómo, la historia no lo dice, quedó ciego desde ese momento.
Conmovido por el gesto de su esposa, el conde se compadeció de sus vasallos y les bajó los impuestos.
Desde entonces el pueblo inglés consideró a Lady Godiva como una de sus heroínas y el curioso sastrecillo pasó a ser conocido para siempre con el mote de 'Peeping Tom' (Tom, el mirón)
NB.-
Gabriela Carrizo y Franck Chartier, precisamente, llamaron Peeping Tom a su compañía de danza-teatro, cuyos argumentos se basan en el cotilleo de las vidas de los otros.
Se representa estos días en Madrid.
1 comentario:
¡Qué bonita leyenda! Merece ser real.
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