Los adoctrinadores piensan siempre que son los demás los que adoctrinan.
Es lo primero que pensó el ministro de Educación y Ciencia, nada más cumplirse un mes de gobierno del Partido Popular: acabar con la asignatura de Educación para la Ciudadanía que, según él, era una asignatura de adoctrinamiento inventada por el anterior presidente socialista, don José Luís Rodríguez Zapatero.
Pero mira por dónde no todos los jueces piensan lo mismo.
Leo hoy en el diario El País el siguiente titular: "Aval judicial a la 'condenada' Ciudadanía".
Vayamos por partes.
Reproduzco del diario citado:
"La batalla primero fue contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía y su desarrollo normativo. Y el Tribunal Supremo sentenció a principios de 2009 que la objeción a esta materia no cabía en la Constitución.
Luego los opositores se lanzaron contra los contenidos aprovechando que el Supremo había dejado claro que los libros no podían adoctrinar.
El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) les dio alas en octubre de 2010 cuando sentenció que el manual McGrawHill caía en el adoctrinamiento, por lo que permitía que el hijo de una familia de Bollullos del Condado (Huelva) no asistiera a clase".
Pero, y doy gracias a Dios por que aún existan jueces con dos dedos de frente, el Supremo ha anulado también esta sentencia afirmando que:
"No se ha acreditado que el libro sea adoctrinador".
Normal ya que ni la Junta de Andalucía, ni la Abogacía del Estado ni la Fiscalía ni el sentido común, añadiría yo, habían detectado problemas con este libro utilizado en 13 autonomías.
Y la sentencia expone que los chicos saben de sobra que existen distintos modelos da familias y eso no implica que el texto les haga inclinarse por uno en concreto, ya que sólo expone el hecho constatable.
Igualmente en lo que atañe a los tipos de sexualidad, ya que "es la exposición lo que se encuentra en el texto: información y no defensa, descripción y no prescripción, de determinados patrones y llamamiento a la responsabilidad en el ejercicio de la libertad y al respeto de la otra persona"
Deja claro la sentencia del TS que 'exponer' no es 'adoctrinar'.
Y lo que más me gusta de esta sentencia del Tribunal Supremo es el varapalo que le da al tribunal andaluz cuando le recuerda algo que, cuanto menos, produce perplejidad, y es que si creyó que el libro era adoctrinador por qué no lo retiró, ya que 'si el libro es adoctrinador para uno lo es para todos', no sólo para el chico onubense.
¿Y ahora qué, señor ministro don José Ignacio Wert?
Pues ahora nada.
El señor ministro, según propia confesión, que es un toro de mihura que se crece con el castigo, pues pensará que los jueces están ahí para dictar leyes para todos los españoles menos para él, que es un ser de una inteligencia privilegiada y no tiene por qué hace caso de sentencias más o menos.
Y nos quedaremos todos con caras de tontos viendo cómo la mitad de nuestros escolares estudian Religión y la otra mitad la Constitución y los Derechos Humanos.
Y así, con un poco de suerte, conseguiremos que media nación esté compuesta por buenos cristianos y la otra mitad por buenos ciudadanos.
Y todos contentos.
Y el ministro, mucho más.
1 comentario:
Un gobierno debe gobernar.Pero hacer lo que le dé la gana amparándose en que se tiene mayoría absoluta, es lo más parecido a una dictadura.
Publicar un comentario