Leo el siguiente titular en el diario El País: 'El Gobierno desoye el varapalo del Constitucional a la exclusión sanitaria'.
Y el motivo es claro ya que el TC considera que la atención a los inmigrantes prevalece sobre el ahorro.
Para el Gobierno, lo que prevalece es el recorte sanitario.
En buena lógica, habría que decirle a este Gobierno que si no desea atender sanitariamente a los inmigrantes, que los expulse.
Pero si están aquí, es de cajón que debe atenderles en sus necesidades medicas.
No piensa así el Ministerio de Sanidad en el caso del País Vasco, por ejemplo, cuando dice que 'los inmigrantes podrán gozar de sanidad pública mientras no se desplacen a otros lugares del territorio nacional'.
Pero no dice qué pasará si por no atenderles, mueren.
Eso no lo ha previsto.
Sería un milagro que lo hubiera hecho.
Este es el Gobierno del 'hago lo que quiero, que luego las cosas se solucionarán solas'.
Ahora sí que las comunidades van a ser ingobernables ya que cada una está siguiendo un patrón - y no solo en la Sanidad.
Unas comunidades no cubrirán la sanidad para los inmigrantes. Otras, sí. Y otras sólo parcialmente.
Ya desde que Rajoy estaba en la Oposición adquirió la costumbre de cuando no le gustaba una ley aprobada por el Gobierno, la recurría al Tribunal Constitucional.
Con lo que obligaba continuamente al TC a estar dirimiendo sobre acciones políticas que deberían solventarse en las Cortes, su lugar natural.
Así sucedió con la ley de matrimonios entre homosexuales o con el Estatut de Catalunya.
Ahora, ya en el Gobierno, además de acudir de continuo a este alto tribunal, gobierna con mayoría absoluta en ambas cámaras y mediante reales decretos.
Todo lo cual convierte a este gobierno actual en lo más parecido a una dictadura.
Porque no sirve de nada que la Oposición presente enmiendas o recursos porque difícilmente prosperarán.
A la ciudadanía, muchos de los cuales le votaron hace un año, desengañada de esta forma de gobernar, no le queda más remedio que lanzarse a la calle a gritar aquello de Ortega y Gasset ante su desconcierto por la forma de conducirse de la República, 'no era esto'.
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