lunes, febrero 04, 2013

Josef Glemp, un hombre tranquilo para una Polonia ardiendo.

                  Lo mismo que hay fontaneros y fontaneros, también hay cardenales y cardenales.
  

  Hace algo más de una semana falleció quien fuera cardenal primado de Polonia, Józef Glemp, quien lideró la Iglesia de su país durante la época final del comunismo.
  
  Escribe Juan G. Bedoya en el diario El País:
  
  "Para comprender la figura del cardenal Josef Glemp en la Polonia de finales del siglo pasado es imprescindible recordar a las personalidades con las que tuvo que tratar, a veces en situaciones de extrema tensión".
  
  Y enumera al mítico cardenal Stefanwysiszynski, al enigmático general Wojciech Jaruzelski, al intransigente Juan Pablo II y al sindicalista de hierro Lech Walesa.
  
  Y por si aún no era suficiente, tenía enfrente a dos personajes acostumbrado a mandar y a ser obedecidos: Ronald Reagan, presidente de los USA y al líder ruso Leónidas Bresnev.
  
  Pues con todos estos mihuras tuvo que lidiar este religioso, un hombre tranquilo y reposado, a quien el reportero califica como alguien que tuvo que practicar, para que la reconciliación fuera posible, una política más serena, menos agresiva, de reconciliación, sin derramamiento de sangre.
  
  Algo se parece la transición, que por fin se pudo llevar a cabo n Polonia, pacífica y negociada, con la nuestra de España.
  
  Y eso que, según escribió en 1981: 'Las voces de la sensatez y la razón no eran numerosas entonces'.
  
  Woytila y Lech Walesa eran partidarios de la confrontación.
  
  Siendo Juan Pablo II obispo de Cracovia dicen que daba sus sermones al aire libre, provocativos, y el gobierno enviaba aviones militares para que con su ruido apagaran sus palabras.
  
  En cambio, 'la predicación de Glemp era transmitida en ocasiones por la radio y la televisión que controlaba el Ejército'.
  
  
  Son dos formas de comportarse y ambas dentro de la Iglesia.
  
  Una pretendía derrotar al comunismo por la fuerza.
  
  La otra, y habida cuenta de que estaban en un camino sin salida, optaba por la negociación.

  Mis simpatías van más por este hijo de minero que participó en la insurrección polaca de 1918 y 1919 y que, con Karol Wojtyla, tuvieron vidas paralelas pero con diferente metodología en la forma de encarar la transición de su país desde el comunismo a la democracia.
  
  
  

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