miércoles, febrero 20, 2013

"En la cárcel, tiré la toalla" - el hijo.

                                                         "Yo, nunca" - el padre.

  
   Leo en el diario El País una noticia de esas que te estremecen porque no hay nada que desconcierte más a los humanos que ser objeto de una injusticia.
  
  "José Antonio Valdivieso, 33 años, ha pasado 9 en prisión por un delito que no había cometido.
  
  Su padre Antonio, 62, buscó pruebas de la inocencia de su hijo hasta que el Tribunal Supremo anuló la sentencia. ¿Confían en la justicia? Hasta cierto punto!.
  
  En cierta ocasión, hace ya muchos años, tantos que entonces era presidente del gobierno de España, don Felipe González, quien tuvo que sufrir ataques por la derecha y por la izquierda - la famosa pinza entre los señores Anguita y Aznar, que no pararon hasta llevarlo a los tribunales de los que salíó absuelto - confesaba desolado que habíamos llegado en España a un punto tal que era el acusado quien debía demostrar que era inocente y no la acusación la que debía correr con la carga de la prueba.
  
  Pues eso es lo que le sucedió al ciudadano de la localidad madrileña de Móstoles, José Antonio.
  
  Como él mismo confesó a M. Mariño y M. Bac del diario 20 Minutos:
  
  "No demostraron que era culpable; yo he tenido que demostrar mi inocencia".
  
  Y su padre, Antonio, que nunca perdió la esperanza, encontró al culpable.
  
  Fue un error. Un inmenso error, como tantos que ocurren porque determinadas personas, sin estar muy seguras de ello, acusan sin motivo sólido a una persona. 
  
  "Lo condenaron por homicidio en grado de tentativa, robo con violencia y uso de armas. Pero él no conocía a los otros procesados. No estuvo allí. 
  
  Resultó identificado por víctimas, y algunos informes policiales lo señalaron, pero estaba en casa de sus padres cuando sucedieron los hechos".
  
  Suerte que tenía un padre peleón que no dudó en ningún m omento de la inocencia de su hijo y, su lucha por defender a su hijo, le llevó hasta tener que frecuentar a gente poco recomendable que le condujeron finalmente al conocimiento de quién había sido el verdadero culpable y que andaba suelto.
  
  Hoy está a la espera de que se le pague por el sufrimiento, el atropello y la humillación sufridos.
  

  Mientras tanto, sueña con llevar una vida normal y, como él dice y así concluyen los periodistas su crónica, 'poder pasear con su chica junto al mar'.
  
  
  
  

1 comentario:

Riselo dijo...

Cada día me tengo que desayunar con gente que alegremente acusa a sus semejantes de cosas de las que no tienen evidencias, sólo porque lo han oído.
Curiosa la encuesta llevada a cabo por el programa de Wyoming en el que, a pie de calle, preguntaban por lo que había hecho fulanito - un personaje inventado - y los entrevistados lo condenaban sin más.
Como decía la reportera: 'y estos ciudadanos votan'.
Y luego dicen que todos los votos son iguales...
¡Anda ya!