Que se note que las izquierdas no tienen educación, pase. Se han criado en el arroyo.
Pero que los señores diputados del Partido Popular, educados en colegios privados caros, digan cosas como las que se oyen algunas veces, es de difícil comprensión.
Especialmente si lo que se oye va dirigido a los parados.
Encima de parados, apaleados.
Porque que se esté hablando de personas en desempleo y una diputada del partido en el Gobierno exclame '¡que se jodan los parados!', subrayando además el exabrupto con aspavientos y frases como 'muy bien, muy bien', grita al cielo.
Tanto más que esta señora es hija de un señor con pinta de mafioso, aunque no lo sea, un tal Carlos Fabra, cacique de Castellón de la Plana y ejecutor del mayor fiasco de aerodromo sin aviones de toda la Unión Europea.
Se nota que está acostumbrada a la buena vida, a vivir en las nubes y a no saber de penalidades.
Hace un par de días el objeto de la burla ha sido Izquierda Unida por el problema que tienen con cuatro sedes de su partido a puntos de ser deshauciadas por deudas con Hacienda.
Esta vez la burla iba dirigida a un diputado de IU, con frases del tipo:
"¿Dónde está Cayo Lara? ¿Le están desahuciando"?
Hay quien piensa que con todo se puede hacer bromas.
Con todo, no.
Con los parados y con los desahuciados, de ninguna forma.
En rueda de prensa le preguntaron a la señora Cospedal por estas conductas.
Ella echó balones fuera y dijo que todos los diputados se suelen extralimitar de vez en cuando en sus expresiones.
Señora Cospedal, con todos mis respetos, hay asuntos en los que las extralimitaciones no son de recibo.
Pero este gobierno está acostumbrado a reírse del ciudadano.
Y si no, a qué viene que el presidente Rajoy diga que él también tiene que mirar su cuenta del banco a final de mes.
Esto no tiene ni chispa de gracia y es insultante.
¡Qué va a tener que mirar usted su cuenta a final de mes!
Usted sabe de sobra que no puede gastar lo que gana cada mes.
A no ser que sea usted un derrochón.
Pero no le veo yo a usted, don Mariano, tipo de juerguista.
Llegado este momento, tengo que confesar que hablo en nombre de los que sufren, de los que están en necesidad.
Porque, afortunadamente y por ahora, yo no he sentido el golpe de la crisis aún, sí pequeñas heridas a causa de los diversos recortes.
Por eso pediría un poquito de más sensibilidad a quienes nos gobiernan.
Y, sobre todo, que no nos insulten ni nos tomen por tontos.
1 comentario:
Comprendo que hay debates encendidos que se prestan al descontrol. Pero aún así hay barreras que no se pueden traspasar.
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