martes, marzo 26, 2013

El otro Jesús del Gran Poder.

                                                      Las personas evolucionan.

  
   Metido en este ambiente de Semana Santa - hoy es Martes Santo - aunque no soy lo que se dice en el argot sevillano 'un capillita', pero la imaginación me ha llevado a un personaje de nuestra Transición, don Jesús de Polanco, madrileño, hombre hecho a sí mismo, huérfano y pobre desde su más tierna infancia y que logró estudiar Derecho trabajando como vendedor de libros.
  
   De ideología social socialista, trabajó con la idea de una España moderna y libre a través de los medios de comunicación que creó.
  
   Hombre sencillo a pesar de su inmenso poder.
  
   Y llegó a tener tanto que alguien le llegó a llamar 'Jesús del Gran Poder', aludiendo al Cristo sevillano que hace su estación de penitencia en la 'madrugá' y que hace siglos esculpiera el gran imaginero Juan de Mesa, en estilo del más puro realismo barroco y que supo conjugar en la imagen el dolor y el poder de quien era hijo de Dios.
  
   Y siguiendo con la comparación, recuerdo haber oído que a este Cristo se le conoce en la capital hispalense como 'El Gran Señor de Sevilla'.
  
  A don Jesús, por su enorme poder empresarial en diversos medios de comunicación, se le pudo considerar 'El Gran Señor de la Prensa'.
  
  Por sus humildes orígenes, que nunca olvidó, fue siempre, a pesar de su gran poder - el quinto hombre más rico de España y el 210 en la lista de Forbes -, un hombre cercano.
  
  Sus más próximos dicen que atendía a todos como si no tuviera prisa, siendo un hombre tan ocupado.
  
  A pesar de eso, fue un hombre amado y odiado a partes iguales.
  
  Especialmente odiado por dos medios de comunicación: el diario El Mundo y la emisora la COPE.
  
  Su estribillo era que el señor Polanco era un vendido a la causa socialista.

  Es penoso escuchar esto porque se sabe que don Jesús se hizo amigo de Felipe González una vez que hubo dejado La Moncloa.
  
  Hombre libre, respetaba la libertad de los demás.
  
  El Premio Cervantes, el peruano Vargas Llosa, admitió en cierta ocasión que Polanco le publicó todos sus libros, a pesar de que con algunos no estuviera de acuerdo por la diferencia ideológica entre ambos.
  
  Admitía todo tipo de críticas - algo sumamente raro cuando se ha alcanzado determinado grado de poder - y a las que no solía contestar.
  

  No se arrimó al poder público para beneficiarse, a pesar de lo que decían sus enemigos, pero fue respetuoso con toda clase de gobiernos.
  
  Integro, independiente, atento con todos.
  
  Atento al otro como si fuera tan importante como él.
  
  Libre, moderno, deseoso de que España estuviera en el concierto de las naciones.

  ¿Y los defectos? Algunos tendría.
  
  Para los medios señalados, los tenía todos.
  

  Hasta le acusaron de haber pertenecido al Frente de Juventudes.
  
  Olvidando que en la Dictadura, el varón que no hubiera estado en contacto con la Falange, aunque sólo fuera para aprovecharse de las becas que daba para libros y el mes de campamento al aire libre cada verano, que levante la mano.
  
  Pues bien, este 'brazo mediático del PSOE, según la medios de derechas, se ganó la enemistad de esta ideología por defender algo tan noble como desear para España un partido de derechas, moderno y laico.
  

1 comentario:

Riselo dijo...

La ideología no nos debería obnubilar la mente de tal forma que no viéramos lo que hay de bueno en el de en frente.