Durante todos estos años, cada 11 de marzo, las Asociaciones de Víctimas del 11M se reunían cada una por su lado, según tendencias políticas, y honraban a sus muertos por separado.
Era una situación que todos veíamos, cuanto menos, absurda.
Todas tenían en común el haber perdido amigos, conocidos y familiares.
¿Por qué no juntarse en el duelo?
Culpa de la dichosa política.
Pero todo tiene su fin y la racionalidad se ha impuesto este año y se han dejado atrás recelos y se han juntado para recordar e, incluso, rezar, por los desaparecidos.
Todo un ejemplo a imitar por parte de nuestros políticos profesionales que nos tienen desde el mes de diciembre del año pasado deshojando la margarita y teniéndonos en vilo hasta que lleguen a acuerdos de investidura.
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