Increíble me parecía, cuando hace una semana leía en la revista Tiempo un artículo de la excelente periodista Nativel Preciado que titulaba 'Pensamiento Mágico', en el que contaba cómo, en una diminuta población del Paraguay, Cateura, unos chicos tocaban instrumentos construídos a partir de objetos arrojados al vertedero y que sonaban como los auténticos
Cuenta:
"Si no fuera porque lo he visto con mis propios ojos, me parecería un hecho mágico y casi milagroso lo que ha sucedido en Cateura, una pequeña comunidad de Paraguay, en las afueras de la capital, donde la gente sobrevive a base de vender los residuos que encuentran escarbando entre las montañas de basura..."
A partir de ahí, sigue narrando cómo un grupo de chicos adolescentes se dedicaron a reciclar una serie de objetos - tal y como se explica y se puede ver en el vídeo que acompaña a este post.
¿Cuál fue el resultado?
Pues ahí lo tienen: música que parece salida de prodigiosos violines, o chelos o contrabajos.
A la orquesta formada con estos bizarros instrumentos le han puesto un nombre inglés, que queda mucho más intersante, Landfill Harmonic.
Nadie diría que estamos escuchando a Mozart, por ejemplo, sin notar la diferencia, con instrumentos formados con latas de gasolina o trozos de madera.
2 comentarios:
Qué ejemplo de cómo sacar ventajas de algo que se ha arrojado a la basura y que, sin embargo, era valioso.
Yo, hoy, me he avergonzado de ver unos muchachos de la misma edad que los del vídeo, en la calle, arrojando al suelo las mondas de naranjas y las pellejos de plátanos al suelo, amén de los papeles que envolvían sus bocadillos.
¡Cómo se puede ser tan guarro teniendo junto a ellos una papelera!
Soy español y me alegro inmensamente de ver cómo pos países americanos van progresando mientras España se empobrece cada vez más por el tonto orgullo de habernos creído en los pasados años éramos los ricos de Europa cuando España es un país pobre.
Necesitamos un escarmiento y espero que los pueblos hispano americanos nos echen una mano y no nos afeen demasiado nuestro tonto orgullo de creernos mejores que nadie.
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