lunes, noviembre 05, 2012

Ha fallecido un luchador, un hombre inquieto y culto.

                                        Aún lo recuerdo por los pasillos de la universidad.
   
  Hace años, cuando estudiaba en la Universidad Complutense de Madrid, recuerdo haberme cruzado por los pasillos con un profesor que, en su aspecto - pelo rizado, camisas de colores y bufanda o foulard, según la estación - me parecía distinto a los demás profesores.
   
  Efectivamente. Era uno de esos luchadores en épocas oscuras y que por eso mismo fue echado de su cátedra por las buenas, junto con los catedráticos Tierno y Aranguren, por hacer piña con las protestas de los estudiantes, entre otros motivos, supongo.
  
  Una vez pasada la tormenta, volvió de nuevo a su cátedra de Clásicas y es entonces cuando yo lo conocí, sólo de vista, porque no me dio clase.
  
   Nació en Zamora y, fiel a sus raices, murió en Zamora, a los 86 años, el pasado jueves, 1 de noviembre.
   
  Le dedica el diario El País, en su sección Cultura, un artículo de José María Ridao con el titular de 'Un pensador en busca de la escueta realidad'. 
   
  Comienza Ridao su semblanza:
  
   "La totalidad de la extensa obra de Agustín García Calvo como poeta, como dramaturgo, como filósofo, como filólogo, como maestro, como articulista, parece guiada por una voluntad constante e irreductible: entrever la realidad, detrás de la espesa niebla que las convenciones sociales levantan a su alrededor".
  
   Fue un hombre con ideas profundas que, como lo describe el articulista, las camuflaba 'con abalorios, con camisas polícromas y chillonas, con sus patillas entonces negrísimas y su bronco pelo rizado. Todo ello causaba un tremenda impresión de vitalidad, de beligerencia jubilosa y viril'.
   
  
  Le rindo hoy como testimonio de admiración y como homenaje póstumo, este modesto vídeo que de su ciudad filmé hace unos meses
   

1 comentario:

Riselo dijo...

Hay personas que de sólo conocerlas, sin haber nunca hablado con ellas, te causan más impresión y ejercen más inlueencia en ti que si hubieras mantenido una larga amistad con ellas.