viernes, abril 15, 2016

"Mi único mérito: hacer un diccionario".

                                                       Ironía de la fina.


 Se cumplen 50 años de la publicación del Diccionario del Uso del Español, como lo tituló la aragonesa María Moliner, mujer avanzada, que trabajó de bibliotecaria, estudió una carrera universitaria e impartió clases en la univesidad de Murcia, que educó a cuatro hijos, sufrió la represión de la Dictadura y tuvo que cuidar de un marido enfermo y ciego.

  Lo más asombroso es que la confección de ese maravilloso, original, divertido y novedoso diccionario de 3.000 páginas, la llevó a cabo ella sola.

  Dámaso Alonso presentó su candidatura a La Real Academia Española de la Lengua..
  Pero los señores académicos no estaban por la labor.
  Pusieron trabas tales como que no era filóloga. Como si un carpintero no pudiera hacer también un buen arroz. Ella "sólo" era una licenciada en Historia.
  No les importó a aquellos señores la grandiosidad del diccionario. Les importó, sobre todo, que su autora fuera mujer.

  
  Siempre le quedaría el consuelo a esta apasionada por las palabras del elogio de su amigo García Márquez quien, con la contundencia y sinceridad características de su persona, afirmó del diccionario de La Moliner que era dos veces más extenso y mejor que el de la Real Academia.

  Hace unos días se ha estrenado una ópera en nuestro teatro de la Opera de Madrid en su honor.
  Ello ha hecho que muchos que teníamos una vaga idea del mérito de esta mujer hayamos profundizado en su conocimiento y aprecio.

  Honor a esta mujer a la que el hecho de no ser filóloga no le supuso un handicap sino más bien una ventaja a la hora de elaborar su dicionario con palabras nuevas, recién nacidas muchas de ellas y llenas de vida.



  



  


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