sábado, mayo 04, 2013

Sólo las mujeres inseguras o ideologizadas pueden sentirse ofendidas por la cuota.

                                "No me importa  ser cuota, porque sé que no soy florero".

 
   Es lo que confiesa a la periodista Emelia María en el diario Expansión, Ana María Llopis, consejera en Sociéte Générale gracias a las cuotas, pero no le molesta porque cree que cuando las mujeres llegan a los consejos demuestran lo que valen.

   A veces se oye decir que las mujeres que se ocupan demasiado en trabajos, descuidan sus deberes familiares.

   La señora Llopis no está de acuerdo.

   Le confesó a la periodista:

   "De mi madre aprendí que no importa la cantidad de tiempo que le dediques a tu familia, a tus proyectos, a tus sueños, sino la calidad del mismo".

 
  Muchas mujeres se sienten invisibles en sus puestos de trabajo, rodeadas de hombres.

   Confiesa la señora Llopis que su padre le dijo en cierta ocasión:

   "Si haces las cosas sólo para ti misma y no para compararte con los demás, alguien lo notará".

   No hay de darle a la cuota más que la importancia que tiene.

  Viene a ser una forma de incorporar  a las mujeres a los puestos de mando.

   Lo que ha sucedido durante muchísismos años es que a los hombres no les ha parecido bien que las mujeres mandasen ocupando puestos directivos.

   De ahí que hayan sido necesarias las leyes de cuota.
         

1 comentario:

Riselo dijo...

Se ha llegado a la llamada 'ley de cuotas' por la cabezonería de los hombres en no concederle a la mujer los puestos de dirección a los que tenían derecho y para los que estaban preparadas.