jueves, mayo 02, 2013

Hay asuntos en los que hay que legislar con cuidado y consenso.

                                          Los hombres no deberían legislar sobre el aborto.
 

  Por lo menos hasta que no sean capaces de parir.
 
  Y si se atreven a legislar en asuntos tan delicados como este, deberían hacerlo con previo acuerdo de todos los partidos políticos.
 
  Porque si no, sucederá lo que la escritora Almudena Grandes nos advierte en su columna en el diario El País:
 
  "Señor Gallardón, usted lo sabe. Sabe que en el instante en el que su partido pierda el poder, una de las prioridades esenciales de su sucesor será abolir su reforma de la ley del aborto. La reforma que ha emprendido en contra de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos".
 
  Don Alberto Ruiz Gallardón es el actual Ministro de Justicia del Reino de España.
 
  Un señor que se olvida que legisla para 47 millones de españoles, muchos de los cuales no profesan la Religión Católica, y que el Estado como tal debe de ser laico y no comprometerse con ninguna Religión.
 
  Porque cuando unimos Religión con Política, lo que pasa lo sabemos todos: unos sufren el abuso de los otros.
 
  Y el señor Gallardón será creyente y querrá pagar favores a determinados miembros de la Jerarquía de la Iglesia Católica pero se equivoca porque una gran parte del pueblo español no está ya para esto.
 
  Y lo mismo que con la ley del matrimonio de los homosexuales o del divorcio es que la derecha parece creer que son leyes para imponerlas a todos.
 
  Son leyes no pensadas para obligar a nadie sino para que quien desee, pueda hacerlo.

  Lo que sucede es muy triste y ya nos lo advirtió hace unos días el humorista gráfico El Roto:
 
  Se ve una mano acusadora apuntando con el dedo índice a una mujer y escribe:
  "Como no creéis en los pecados, los convertiremos en delitos".
 
  Y tan contentos todos.

  Me llamó la atención hace algún tiempo escuchar a una monja católica misionera lo que respondió cuando le preguntaron sobre el aborto: 'yo tengo muchos niños que alimentar en mi misión de Africa y no estoy para estos temas'.

  Mi pregunta de siempre: ¿Por qué tanto empeño en preocuparse por los aún no nacidos cuando hay tantos niños huérfanos o abandonados de los que nadie se preocupa?
 
  Concluyo con las mismas palabras de la escritora:

  En momentos en que estamos ahorrando cada céntimo de euro porque la situación es tan delicada, "¿por qué derrocha el ministro en esa reforma el tiempo, el dinero y la energía necesarios para paliar, si no resolver, los auténticos, incontables problemas que tanto hacen sufrir a los españoles?".
 
  Yo podría responder a esta pregunta: porque da votos.

  El Partido Popular usó y abusó, por ejemplo, del asunto ETA porque eso tenía rendimiento político.
 
  No hay más que recordar el empeño que pusieron en intentar demostrar que los asesinos mochileros del 11M habían sido etarras.

  O las pancartas de sus manifestaciones en las que se podía leer 'ZP, amigo de los etarras, enemigo de sus víctimas'.
 


 O llamar 'asesino de niños' al señor Rodríguez Zapatero cuando la ley del aborto, como cualquier otra ley, es algo que aprueba el Congreso.


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